La cuna
del blues se remonta a principios del siglo XX y hunde sus raíces en el rico
repertorio de canciones paganas y religiosas que entonaban los esclavos
provenientes de África, en las plantaciones de algodón, tabaco y maní del sur
de Estados Unidos. Esta música, que utilizaba para pedirles favores a las
deidades y expresar sus desdichas ante la pérdida de su libertad, se extendió
rápidamente y se transformó en un sonido urbano: el blues.
Su temática abarcaba
desde la mala fortuna del negro tanto en su trabajo como en su vida social,
hasta sus problemas sentimentales. En el shout ( grito desgarrador de los
cantantes de color) se encierran las preguntas y respuestas sobre la vida de
todo un pueblo africano encerrado en el continente estadounidense, cuya primera
manifestación musical radica en el canto evangélico, (gospel)
Es la herencia
viva de quienes vivieron en la pobreza, la persecución y el trabajo duro,
experimentando a partir de entonces el amor y la traición, la santidad y el
pecado, el placer y el dolor del sexo, la tragedia, la cárcel, la risa, la
ebriedad, la desesperación y la pura alegría.

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